Esta Sección la quiero dedicar a mi amiga Ana, a la que quiero demasiado como para describirlo con simples palabras. Gracias por escucharme y por estar ahí.
Federico García Lorca
 Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.
 Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.
 La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.
 ¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?
 ¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del mal que late cerca?
 ¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos de la Tierra?
 ¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?
 ¿Si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de niños!
¡Almas rudas de las piedras!
hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.

***
  MAR (abril de 1919)
 El mar es
 el lucifer del azul.
 El cielo caído
 por querer ser la luz.
  ¡Pobre mar condenado
 a eterno movimiento,
 habiendo antes estado
 quieto en el firmamento!
  Pero de tu amargura
 te redimió el amor.
 Pariste a Venus pura,
 y quedóse tu hondura
 virgen y sin dolor.
  Tus tristezas son bellas,
 mar de espasmos gloriosos.
 Mas hoy en vez de estrellas
 tienes pulpos verdosos.
  Aguanta tu sufrir,
 formidable Satán.
 Cristo anduvo por ti,
 mas también lo hizo Pan.
  La estrella Venus es
 la armonía del mundo.
 ¡Calle el Eclesiastés!
 Venus es lo profundo
 del alma...
  ...Y el hombre miserable
 es un ángel caído.
 La tierra es el probable
 Paraíso perdido.

***
  EL CONCIERTO INTERRUMPIDO
 Ha roto la armonía
 de la noche profunda
 el calderón helado y soñoliento
 de la media luna.
  Las acequias protestan sordamente
 arropadas con juncias,
 y las ranas, muecines de la sombra,
 se han quedado mudas.
  En la vieja taberna del poblado
 cesó la triste música,
 y ha puesto la sordina a su aristón
 la estrella más antigua.
  El viento se ha sentado en los torcales
 de la montaña oscura,
 y un chopo solitario -el Pitágoras
 de la casta llanura-
 quiere dar con su mano centenaria
 un cachete a la luna.

***
  Meditación bajo la Lluvia (3 de Enero de 1919)
 Ha besado la lluvia al jardín provinciano
 dejando emocianantes cadencias en las hojas.
 El aroma sereno de la tierra mojada
 inunda el corazón de tristeza remota.
  Se rasgan nubes grises en el mudo horizonte.
 Sobre el agua dormida de la fuente, las gotas
 se clavan, levantando claras perlas de espuma.
 Fuegos fatuos que apaga el temblor de las ondas.

  La pena de la tarde estremece a mi pena.
 Se ha llenado el jardín de ternura monótona.
 ¿Todo mi sufrimiento se ha de perder, Dios mío,
 como se pierde el dulce sonido de las frondas?
  ¿Todo el eco de estrellas que guardo sobre el alma
 será luz que me ayude a luchar con mi forma?
 ¿Y el alma verdadera se despierta en la muerte?
 ¿Y esto que ahora pensamos se lo traga la sombra?
  ¡Oh, qué tranquilidad del jardín con la lluvia!
 Todo el paisaje casto mi corazón transforma,
 en un ruido de ideas humildes y apenadas
 que pone en mis entrañas un batir de palomas.
  Sale el sol.
      El jardín desangra en amarillo.
 Late sobre el ambiente una pena que ahoga,
 yo siento la nostalgia de mi infancia intranquila,
 mi ilusión de ser grande en el amor, las horas
 pasadas como esta contemplando la lluvia
 con tristeza nativa.
    Caperucita roja
 iba por el sendero...
 Se fueron mis historias, hoy medio medito, confuso,
 ante la fuente turbia que del amor me brota.
  ¿Todo mi sufrimiento se ha de perder, Dios mío,
 como se pierde el dulce sonido de las frondas?

    Vuelve a llover.
 EL viento va trayendo a las sombras.