Esta pagina esta dedicada a Cris y a Mari Paz, a las que quiero con todo mi corazon.
Gustavo Adolfo Bécquer
I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh, hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

II
Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
y que no se sabe dónde
temblando se clavará;

hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá.

Gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar
y rueda y pasa y se ignora
qué playa buscando va.

Luz que en cercos temblorosos
brilla próxima a expirar,
y que no sabe de ellos
cuál el último será.

Eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de donde vengo ni a donde
mis pasos me llevarán.

III
Sacudimiento extraño
que agita las ideas
como huracán que empuja
las olas en tropel.

Murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder.

Deformes siluetas
de seres imposibles,
paisajes que aparecen
como al través de un tul.

Colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del Iris
que nadan en la luz.

Ideas sin palabras,
palabras sin sentido
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás.

Memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar.

Actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin riendas que le guién
caballo volador.

Locura que el espíritu
exalta y desfallece;
embriaguez divida
del genio creador.

Tal es la inspiración.

Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro
y entre las sombras hace
la luz aparecer,

brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel.

Hilo de luz que en haces
los pensamientos ata,
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit.

Inteligente mano
que un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir.

Armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás.

Cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal.

Atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción.

Raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga,
decanso en que el espíritu
recobra su vigor.

Tal es nuestra razón.

Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo al genio es dado
a un yugo atar las dos.
 

IV

 No digáis que agotado su tesoro,
 de asuntos falta, enmudeció la lira:
 podrá no haber poetas: pero siempre
  habrá poesía.

 Mientras las ondas, de la luz al beso,
 palpiten encendidas;
 mientras el sol las desgarradas nubes
 de fuego y oro vista;
 mientras el aire en su regazo lleve
 perfumes y armonías;
 mientras haya en el mundo primavera,
  ¡habrá poesía!

 Mientras la ciencia a descubrir no alcance
 las fuentes de la vida,
 y en el mar o en el cielo haya un abismo
 que al cálculo resista,
 mientras la humanidad, siempre avanzando,
 no sepa a dó camina;
 mientras haya un misterio para el hombre,
  ¡habrá poesía!

 Mientras sintamos que se ríe el alma,
 sin que los labios rían;
 mientras se llore sin que el llanto acuda
 a nublar la pupila;
 mientras el corazón y la cabeza
 batallando prosigan;
 mientras haya esperanza y recuerdos,
  ¡habrá poesía!

 Mientras haya unos ojos que reflejen
 los ojos que los miran;
 mientras responda el labio suspirando
 al labio que suspira;
 mientras sentirse puedan en un beso
 dos almas confundidas;
 mientras exista una mujer hermosa,
  ¡habrá poesía!
 
 

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que en el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar
aquellas que aprendieron nuestros nombres...,
esas..., ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas..., ¡no volverán!
Volverán del amor a tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de tu profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡Así no te querrán!
***
 Porque son, niña, tus ojos
 verdes como el mar te quejas;
 verdes los tienen las náyades,
 verdes los tuvo Minerva,
 y verdes son las pupilas
 de las hurís del Profeta.
El verde es gala y ornato
 del bosque en la primavera.
 Entre sus siete colores
 brillante el Iris lo ostenta.
 Las esmeraldas son verdes,
 verde el color del que espera
 y las ondas del Océano
 y el laurel de los poetas
  ***
 Es tu mejilla temprana
 rosa de escarcha cubierta,
 en que el carmín de los pétalos
 se ve a través de las perlas.
   Y sin embargo,
  sé que te quejas,
  porque tus ojos
  crees que la afean:
  pues no lo creas.
 Que parecen sus pupilas,
 húmeda, verdes e inquietas,
 tempranas hojas de almendro
 que al soplo del aire tiemblan.
  ***
 Es tu boca de rubies
 purpúrea granada abierta
 que al estío convida
 a apagar la sed con ella.
   Y sin embargo,
  sé que te quejas,
  porque tus ojos
  crees que la afean:
  pues no lo creas.
 Que parecen, si enojada
 tus pupilas centellean,
 las olas del mar que rompen
 en las cantábricas peñas.
  ***
 Es tu frente que corona
 crespo el oro en ancha trenza,
 nevada cumbre en que el día
 su postrera luz refleja.
   Y sin embargo,
  sé que te quejas.
  porque tus ojos
  crees que la afean:
  pues no lo creas.
 Que, entre las rubias pestañas,
 junto a las sienes, semejan
 broches de esmeraldas y oro
 que un blanco armiñp sujetan.
 Porque son, niña, tus ojos
 verdes como el mar te quejas;
 quizás si negros o azules
 se tornasen lo sintieran.

 Olas gigantes,  que os rompéis, bramando,
 en las playas desiertas y remotas:
 envuelto entre las sábanas de espumas,
  ¡llevadme con vosotras!
 Ráfagas de huracán, que arrebatáis
 del alto bosque las marchitas hojas:
 arrastrado en el ciego torbellino,
  ¡llevadme con vosotras!
 Nubes de tempestad, que rompe el rayo,
 y en fuego ornáis las desprendidas orlas:
 arrebatado entre la niebla oscura,
  ¡llevadme con vosotras!
 llevadme, por piedad, adonde el vértigo
 con la razón me arranque la memoria...
 ¡Por piedad!...¡Tengo miedo de quedarme
  con mi dolor a solas!
 ***

Dos rojas lenguas de fuego
 que a un mismo tronco enlazadas
 se aproximan y al besarse forman
 una sola llama;
 dos notas que del laúd
 a un tiempo la mano arranca
 y en el espacio se encuentran
 y armoniosas se abrazan;
 dos olas que vienen juntas
 a morir sobre una playa y que
 al romper se coronan con
 un penacho de plata;
 dos jirones de vapor que
 del lago se levantan y al
 juntarse allí en el cielo
 forman una nube blanca;
 dos ideas que al par brotan,
 dos besos que a un tiempo estallan,
 dos ecos que se confunden;
 eso son nuestras dos almas.
***
¡Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver rojizas lenguas agitarse!
¡Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien... y roncar como un sochantre...
y comer... y engordar... y qué fortuna
que esto sólo no baste!
***
 Besa el aura que gime blandamente
 las leves ondas que jugando riza;
 el sol besa a la nube en occidente
 y de púrpura y oro la matiza;
 la llama en derredor del tronco ardiente
 por besar a otra llama se desliza
 y hasta el sauce inclinándose a su peso
 al río que le besa, vuelve un beso.
***
    Es un sueño la vida,
 pero un sueño febril que dura un punto;
 cuando de él se despierta,
 se ve que todo es vanidad y humo...
    ¡Ojala fuera un sueño
 muy largo y muy profundo,
 un sueño que durara hasta la muerte...!
 Yo soñaría con mi amor y el tuyo.
***
Alguna vez la encuentro por el mundo
y pasa junto a mí;
y pasa sonriéndose y yo digo:
"¿Cómo puede reir?"

Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
máscara de dolor,
y entonces pienso: ¡Acaso ella se ríe
como me río yo!

***
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto.
Y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿Por que callé aquel día?
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?

***
Por una mirada, un mundo.
Por una sonrisa, un cielo;
por un beso..., ¡Yo no sé
lo que daría por un beso!

***
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada.

Oigo, flotando en olas de armonía,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¡Es el Amor que pasa!

***