Ni para ver en su ocaso
al sol hermoso un instante
ha detenido su paso,
indiferente y errante.
Ni de la noche, llegada,
a las tinieblas atiende,
ni objeto alguno suspende
su turbia, incierta mirada.
Y ni lágrimas ni acentos,
ni un suspiro mal ahogado,
revelan los sufrimientos
de su espíritu apenado.
¡Tal vez de tantos gemidos
tiene el corazón postrado!
¡Tal vez sus ojos rendidos
están, de mal tan llorado!
Tal vez no haya un pensamiento
en su cabeza marchita,
y, en brazos del desaliento,
ni oye, ni ve, ni medita.
El poeta "suave rosa"
llamóla, muerto de amores...
¡El poeta es mariposa,
que adula a todas las flores!
Bella es la azucena pura,
dulce la aroma olorosa,
y la postrera hermosura
es siempre la más hermosa.
En sus amantes desvelos,
la envidiaron las doncellas;
mas, ¡ay!, son para los celos
todas las rivales bellas.
Viose en transparente espejo,
linda la joven cabeza;
mas tal vez dio, en su reflejo,
su vanidad la belleza.
¿Y quéimporta, si es hermosa?
Sola, muda y abismada,
sólo busca la apartada
arboleda silenciosa.
Y allí, cuando debilita
su espíritu el sufrimiento,
en brazos del desaliento,
ni oye, ni ve, ni medita.
***
El Amor de mis Amores
¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a tí, ¡Dulce amor mío!,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envió?...
Aquí tu barca está sobre la arena;
desierta miro la extensión marina;
te llamo sin cesar con tu bocina,
y no apareces a calmar mi pena.
Aquí estoy en la barca triste y sola,
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.
¡Blanca y ligera espuma transparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío,
el desencanto hiela nuestra mente!
Tampoco es en el mar adonde él mora;
ni en la tierra quizá mi amor existe.
¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
o si dentro del mar estás ahora.
Porque es mucho dolor que siempre ignores
que yo te quiero ver, que yo te llamo,
sólo para decirte que te amo,
que eres siempre el amor de mis amores
***
A UNA ESTRELLA
Chispa de luz que, fija en lo infinito,
absorbes mi asombrado pensamiento:
tu origen, tu existencia, tu elemento,
menos alcanzo cuanto más medito.
Si eres ardiente, inamovible hoguera
¿dónde el centro descansa de tu lumbre?
Si eres globo de luz ¿cómo en la cumbre
no giras tú de la insondable esfera?
¿Por qué la tierra sin descanso rueda?
¿Por qué la luna el globo majestuoso
mueve, mientras tu carro misterioso
inmóvil, fijo, en el espacio queda?
¿Es que mi vista de mortal no alcanza
a percibir, desde su oscuro asiento,
allá en la altura suma el movimiento
de tu carroza, que en lo inmenso avanza?
¡Ah, sí! Que, por espíritu movida,
la creación sin descanso se sostiene,
y todo en la creación marcado tiene
forma y destino, movimiento y vida.
Tú giras, sí; tus alas soberanas
surcan el mundo y sus confines tocan...
Mas ¿cómo en su carrera no se chocan
tus millares sin número de hermanas?
Más allá de su límite prescrito,
sediento, avanza, audaz, el pensamiento,
y tu origen, tu vida, tu elemento,
menos alcanzo cuanto más medito.
Susana March
Cada vez que levante los ojos,
beberé toda el agua del cielo.
Su agua azul, temblorosa de pájaros,
se me irá derramando por dentro.
Y allá donde las sombras mezquinas
me despierten un mal pensamiento,
allá donde se agiten las alas
nocturnas y vagas de tristes deseos,
formará el claro río una charca
de profundo y tersísimo espejo,
zodiacales los signos en torno,
y la estrella del Sur en el centro.
Y si un día me siento agobiada
de tener tanto cielo en el pecho,
me hundiré en esa charca clarísima
con un rayo de sol en el cuello.
Suicida de azules riberas,
yaceré sobre un lodo arcangélico.
Un reposo de miles de años
me está acariciando los huesos...
***
SUEÑOS
¡Ah, déjame que cante
para ti esa canción vaga y remota!
Yo nací con un verso clavado en el costado,
por cuya herida mana mi sangre enfebrecida.
no tengo más que esa tristeza lírica
y esta pasión de ser... Desalentada,
soy como corza huyendo de la vida.
¿Serás tú el cazador que me derribe
mal herida, en los campos del deseo?
¿Será tu mocedad la que traduzca
la quietud de mi carne enamorada?
¡Qué sola estoy sin ti! Sola y perdida
como un arcángel triste, desterrado,
que al pie de los celestes torreones
evoca su perdida aristocracia.
¿Por qué vacilo aún si estoy muriendo
por apagar mi sed en tu corriente?
Mi timidez me ciñe a la tortura
de soñarte hasta el éxtasis, a veces,
-¡tanto te habré besado!- que despierto
con un sabor de estrellas en los labios.
***